30 noviembre, 2007

Las tempranas expediciones militares

con la llegada del Profeta a Medina, la lucha entre el Islam y la incredulidad entró en una nueva fase. En La Meca el Profeta se dedicó casi en exclusiva a exponer los principios básicos del Islam y a la educación moral y espiritual de sus Compañeros. Sin embargo, después de la Hégira (622), nuevos musulmanes que pertenecían a diferentes tribus y regiones empezaron a reunirse en Medina. Aunque los musulmanes sólo poseían un pequeño pedazo de tierra, los Coraichíes se aliaron con el mayor número de tribus posibles para exterminarlos.
En estas circunstancias, el éxito de la pequeña comunidad musulmana sin mencionar su supervivencia futura dependía de varios factores. Eran los siguientes según su orden importancia:
• Difundir el Islam de manera eficiente y efectiva para convertir a los otros.
• Demostrar la falsedad de los no creyentes de un modo tan convincente que nadie pueda dudar de la verdad del Islam.
• Enfrentarse con paciencia y fortaleza al exilio, la hostilidad y la oposición penetrante, las dificultades económicas, el hambre, la inseguridad y los peligros.
• Recuperar sus bienes usurpados por los habitantes de La Meca después de la Hégira.
• Resistir, con coraje y armas, cualquier ataque lanzado para frustrar su movimiento. Y al resistir, ignorar a la superioridad numérica o material del enemigo.
Además de las amenazas de La Meca y sus aliadas, la joven comunidad tenía que enfrentarse a tres tribus judías de Medina que controlaban su vida económica. Aunque ellos esperaban a un Profeta, se opusieron al Mensajero porque él no era judío. Una de las primeras cosas que hizo el Mensajero en Medina fue firmar un pacto con los judíos.[1] A pesar de ello, los judíos siguieron guardándole rencor al Mensajero y conspiraron contra él y el Islam. Por ejemplo, el famoso poeta judío Kab ibn Ashraf escribió poemas satirizando al Mensajero e instigando a sus enemigos.
En Medina, empezó a surgir otro problema: la hipocresía. Los hipócritas se pueden dividir en cuatro amplios grupos como los siguientes:
• Aquellos que no creen en el Islam pero entran en la comunidad musulmana para causar problemas entre ellos.
• Aquellos que comprendieron la realidad política de ese momento histórico se convirtieron porque vieron mucha ventaja en ello. Sin embargo, mantuvieron el contacto con las fuerzas anti islámicas con la esperanza de beneficiarse de los contactos con ambas partes y así no ser dañados.
• Aquellos que todavía no habían cambiado su mentalidad pero parecían haber sido convertidos porque los que estaban a su alrededor lo hacían.
• Aquellos que aceptaron el Islam como la verdadera religión pero encontraron difícil abandonar su modo de vida heredado, sus supersticiones y costumbres, además de practicar la auto disciplina exigida por el Islam.
Las expediciones militares. En estas circunstancias severas, el Mensajero decidió enviar expediciones militares al corazón del desierto. Tenía varios objetivos en mente, algunos de ellos eran los siguientes:
• Los no creyentes intentaron apagar la luz de Allah con lo que sale de sus bocas, pero Allah siempre hace culminar Su luz por mucho que les pese a los incrédulos (61:8). El Mensajero quería demostrar que los incrédulos no podrían exterminar el Islam, y demostrar que el Islam no podría ser ignorado.
• La Meca disfrutaba de una posición central en Arabia. Como el más formidable poder de la península, el resto de las tribus sentían algún tipo de apetencia por ella. Enviando expediciones militares a las zonas vecinas, el Mensajero quiso demostrar el Poder del Islam y romper el dominio de los Coraichíes. A lo largo de la historia, el concepto de “el poder es razón” siempre ha sido una norma, porque “la razón es poder” está considerado un concepto muy débil para gobernar. En Arabia, el Coraich tenía poder y riqueza y por eso las tribus vecinas le obedecían. El Islam vino para hacer prevalecer la justicia y por eso el Mensajero tuvo que romper la adhesión con La Meca.
• Su misión no estaba limitada a un período fijo o a una nación, porque él fue enviado como misericordia para todos. Así que estaba encargado de transmitir el Islam lo máximo posible. Para conseguirlo tenía que saber qué estaba pasando en la península. Estas expediciones les sirvieron de vanguardias que le suministraban la información necesaria para pavimentar la manera de predicar el Islam.
• Una de las formas más efectivas de aplastar a tus enemigos es llevarles a realizar acciones prematuras, no premeditadas porque esto te permite llevar la iniciativa. El Mensajero seguramente estaba informado de los contactos de los Coraichíes con Abdallah ibn Ubayy ibn Salul, el líder de los hipócritas de Medina. Y también estaba atento a sus posibles ataques sobre Medina. Después de la entrada de una fuerza militar de los Coraichíes en Medina y su vuelta a La Meca con su botín, el Mensajero envió expediciones militares para alentar al Coraich a actuar sin pensar. Entonces podría frustrar sus complots.
• El Coraich vivía del comercio con los mercados internacionales en Siria y Yemen, y por eso tenía que proteger sus rutas comerciales. Pero como ahora los musulmanes estaban en Medina, estas rutas podrían estar amenazadas. Mientras fortalecía su posición, el Profeta también mandaba expediciones militares para paralizar las esperanzas del Coraich y los planes de derrotarlo.
• Los preceptos del Islam tratan garantizar la seguridad de la vida y la propiedad, la castidad y la creencia, además de la salud mental, espiritual y física. De acuerdo a estos preceptos están prohibidos el asesinato y el robo, el asalto y el saqueo, la usurpación y el interés (o usura), juegos de azar, alcohol, ilícitas relaciones sexuales, anarquía y propagación de ateísmo.
La palabra árabe iman que se usa para creencia significa ofrecer seguridad. Así, un mumin (creyente) nunca engaña, no miente, no rompe su promesa ni defrauda la confianza. Los creyentes no se ganan la vida mediante el robo, la usurpación o las transacciones basadas en el interés. Además, intentan no hacerle daño a nadie, porque ellos creen que matar a una persona es como matar a toda la humanidad.
Cuando el Mensajero fue elevado a Profeta, en Arabia no había seguridad ciudadana, ni de la propiedad, ni de la castidad, ni siquiera de la salud y de la creencia. Uno de sus deberes era establecer una seguridad absoluta en todos los aspectos de la vida. Una vez le dijo a Adiy ibn Jatam: “Llegará un día en el que una mujer viajará montada en una litera, desde Hira hasta La Meca y no temerá nada más excepto que a Allah y a los lobos”.[2] Enviando expediciones militares, el Mensajero pretendía establecer seguridad allí donde se la necesitaba y demostrar a todo el mundo que sólo el Islam podría ofrecerles seguridad.
Las expediciones. La primera expedición, dirigida por Hamza, después de la Hégira fue enviada hacia Sif al-Bahr. Llegó justo cuando una caravana comercial de los Coraichíes estaba regresando de Damasco. El Coraich había usurpado todos los bienes de los Emigrantes e hicieron comercio con ellos en Damasco. El Mensajero hizo uso de esta situación para demostrar el poder musulmán y amenazar directamente al bienestar de la economía de los Coraichíes. No hubo ningún conflicto en este primer enfrentamiento pero las tribus del desierto que presenciaron este incidente se predispusieron a reconocer otra fuente de poder en la península.
A esta expedición la siguió otra dirigida por Ubayda ibn Hariz. Con el mismo motivo en mente, Ubayda fue hasta Rabigh, un valle situado en el camino hacia La Meca. Los sesenta soldados de caballería musulmanes se encontraron con una fuerza Coraichí de doscientos hombres armados. Hubo un intercambio de flechas y al final las fuerzas de La Meca se retiraron hacia su ciudad.[3]
Las expediciones militares, algunas dirigidas por el mismo Profeta, eran continuas unas a otras. En las dos expediciones dirigidas por él, el Mensajero fue a Abwa y Buwat con la intención de amenazar las caravanas comerciales de los Coraichíes e intimidarlos.[4] En Abwa, hizo un tratado con la tribu Banu Damra: ninguno de los dos bandos podrían atacarse el uno al otro, y Banu Damra no podría ayudar a los enemigos de los musulmanes.
Poco antes de la Batalla de Badr (624), el Mensajero envió una expedición formada por diez personas, dirigida por Abdallah ibn Yash, a Najla, ubicada cerca de La Meca en el camino hacia Taif. El Mensajero les dijo que siguieran los movimientos de los Coraichíes y reunieran información sobre sus planes. Mientras ellos estaban en Najla, una caravana de comercio de los Coraichíes que venía de Taif se detuvo allí. Sucedió algo de forma inesperada y los musulmanes mataron a un hombre de La Meca y capturaron al resto (salvo uno) y sus pertenencias. Estos fueron llevados a Medina.
Esto ocurrió hacia el final de Rayab y el principio de Shaban. Por eso, no se sabía con certeza si se había violado la santidad del Rayab, uno de los cuatro meses sagrados. Los Coraichíes, los judíos con los cuales se aliaron en secreto y los Hipócritas, aprovecharon muy bien esta posible trasgresión en su campaña de propaganda anti-musulmana. Dijeron que los musulmanes derramaron sangre en un mes sagrado cuando hacerlo estaba prohibido.
Como el suceso había tenido lugar sin su permiso, el Mensajero les explicó a los participantes de este que él no les había ordenado luchar. Los otros musulmanes también los reprocharon. Sin embargo, una Revelación les consoló teniendo en cuenta su pura intención con la esperanza de ganar la misericordia de Allah:
Te preguntan si se puede combatir durante los meses inviolables. Di: Hacerlo es grave, pero es aún más grave para Allah, que se aparte a la gente de Su camino, que no se crea en Él, (que se impida el acceso a) la Mezquita Inviolable y que se expulse a los que están en ella. La oposición a la creencia es más grave que matar. Si pueden, no dejarán de haceros la guerra hasta conseguir que reneguéis de vuestra Práctica de Adoración. Pero quien de vosotros reniegue de su Práctica de Adoración y muera siendo incrédulo... Esos habrán hecho inútiles sus acciones en esta vida y en la otra, y serán los compañeros del Fuego en el que serán inmortales. Los que creen, emigran y luchan en el camino de Allah, esperan la misericordia de Allah. Allah es Perdonador y Compasivo[5] (2:217-18).
Estos versículos contestaron las objeciones de las fuerzas anti-musulmanas. En resumen, combatir durante los meses sagrados es un acto perverso. Sin embargo, aquellos que habían sometido a los musulmanes a un continuo e indescriptible mal durante trece años sólo por el mero hecho de que ellos creían en un único Allah no tenían derecho o justificación alguna para reprochar de esta manera a los musulmanes. No sólo alejaron a los musulmanes de sus casas sino también ubicaron la Mezquita Sagrada más allá de su alcance, un castigo nunca visto en los dos mil años la historia conocida de la Kaba. Con tales antecedentes, ¿quiénes fueron aquellos que levantaron fuertes protestas por un pequeño incidente, concretamente uno que tuvo lugar sin la autorización del Profeta?

[1] Los historiadores modernos como Muhammad Hamidullah tienden a considerarlo como la primera constitución en la historia del Islam.
[2] Bujari, “Manaqib,” 25.
[3] Ibn Hisham, Sira, 2:241; Ibn Sad, Tabaqat, 2:7.
[4] Ibn Hisham, 2:241,248.[5] Ibn Hisham, 2:252.

No hay comentarios: