Esta gente constituye el primer y más bendito canal a través del cual el Corán y la Sunna fueron transmitidos. Allah es el Más Fiable y el Inspirador de la Confianza. El Corán describe al Arcángel Gabriel como fidedigno y obedecido y poseedor de poder (81:20-21). El Profeta Muhammad era famoso por su fiabilidad.
El Corán fue encomendado a los Compañeros, los cuales lo memorizaron y lo pusieron por escrito a fin de poder transmitirlo. Esta bendita comunidad, alabada en la Torá y el Evangelio, era la encarnación viva de todas las virtudes loables y sólo buscaba complacer a Allah. Además del Corán, estudiaron la Sunna, vivieron vidas disciplinadas conforme al ejemplo del Profeta e hicieron un gran esfuerzo para representarlo y transmitirlo con total fidelidad.
Según Ibn Hayar al-Asqalani, los eruditos difieren respecto a la definición de Compañero como “creyente que vio y oyó al Mensajero al menos una vez y murió como creyente”.[1] A pesar de que algunos eruditos han estipulado que un Compañero “potencial” debería haber vivido en compañía del Mensajero durante uno o incluso dos años, la mayoría de los eruditos dicen que es necesario haber estado presente en su radiante ambiente durante el tiempo necesario para extraer algún beneficio.
Los Compañeros variaban en rango y grandeza. Algunos creyeron en el Mensajero desde el principio, y las conversiones continuaron hasta su muerte. El Corán les clasifica según su antigüedad en la fe y su conversión antes y después de la conquista de La Meca (9:100; 57:10).
La misma clasificación fue realizada por el Mensajero. Por ejemplo, reprochó a Jalid el haber ofendido a Ammar, diciendo: “No molestes a mis Compañeros”.[2] También miró con el ceño fruncido a Omar cuando molestó a Abu Bakr y le dijo: “¿Por qué no me dejas a mí mis Compañeros? Abu Bakr creyó en mí cuando ninguno de vosotros lo hicisteis”. Abu Bakr se puso de rodillas y dijo: “Mensajero de Allah, ha sido culpa mía”.[3]
Hakim al-Nisaburi dividió a los Compañeros en doce categorías, y la mayoría de los eruditos aceptan su clasificación:
El Corán fue encomendado a los Compañeros, los cuales lo memorizaron y lo pusieron por escrito a fin de poder transmitirlo. Esta bendita comunidad, alabada en la Torá y el Evangelio, era la encarnación viva de todas las virtudes loables y sólo buscaba complacer a Allah. Además del Corán, estudiaron la Sunna, vivieron vidas disciplinadas conforme al ejemplo del Profeta e hicieron un gran esfuerzo para representarlo y transmitirlo con total fidelidad.
Según Ibn Hayar al-Asqalani, los eruditos difieren respecto a la definición de Compañero como “creyente que vio y oyó al Mensajero al menos una vez y murió como creyente”.[1] A pesar de que algunos eruditos han estipulado que un Compañero “potencial” debería haber vivido en compañía del Mensajero durante uno o incluso dos años, la mayoría de los eruditos dicen que es necesario haber estado presente en su radiante ambiente durante el tiempo necesario para extraer algún beneficio.
Los Compañeros variaban en rango y grandeza. Algunos creyeron en el Mensajero desde el principio, y las conversiones continuaron hasta su muerte. El Corán les clasifica según su antigüedad en la fe y su conversión antes y después de la conquista de La Meca (9:100; 57:10).
La misma clasificación fue realizada por el Mensajero. Por ejemplo, reprochó a Jalid el haber ofendido a Ammar, diciendo: “No molestes a mis Compañeros”.[2] También miró con el ceño fruncido a Omar cuando molestó a Abu Bakr y le dijo: “¿Por qué no me dejas a mí mis Compañeros? Abu Bakr creyó en mí cuando ninguno de vosotros lo hicisteis”. Abu Bakr se puso de rodillas y dijo: “Mensajero de Allah, ha sido culpa mía”.[3]
Hakim al-Nisaburi dividió a los Compañeros en doce categorías, y la mayoría de los eruditos aceptan su clasificación:
• Los cuatro Califas Rectamente guiados (Abu Bakr, Omar, Osman y Ali) y el resto de los diez a los que se les prometió el Paraíso mientras estaban en vida (Zubayr ibn al-Awwam, Abu Ubayda ibn al-Yarrah, Abd al-Rahman ibn Awf, Talha ibn Ubayd Allah, Sad ibn Abi Waqqas y Said ibn Zayd).
• Los que creyeron antes de la conversión de Omar y se reunían en secreto en la casa de Arqam para escuchar al Mensajero.
• Los que emigraron a Abisinia.
• Los Ayudantes (Ansar) que juraron fidelidad al Mensajero en al-Aqaba.
• Los Emigrantes que se unieron al Mensajero durante la Hégira antes de su llegada a Medina desde Quba, donde permaneció durante un corto período.
• Los Compañeros que lucharon en Badr.
• Los que emigraron a Medina entre la batalla de Badr y el tratado de Judaybiya.
• Los Compañeros que juraron fidelidad bajo el árbol durante la expedición de Judaybiya.
• Los que se convirtieron y emigraron a Medina después del Tratado de Judaybiya.
• Los que se hicieron musulmanes tras la conquista de La Meca.
• Los niños que vieron al Mensajero en cualquier momento o lugar tras la conquista de La Meca.[4]
Eruditos musulmanes del rango más elevado, cuyas mentes están iluminadas con conocimientos científicos y cuyas almas lo están con el conocimiento religioso y su práctica están de acuerdo en que los Profetas son los más elevados miembros de la humanidad. Inmediatamente tras ellos, vienen los Compañeros del Último Profeta, el cual es el más grande de todos los Profetas.
A pesar de que algunos Compañeros tienen el mismo rango que el de previos Profetas en una virtud particular, nadie puede igualar a un Profeta en términos generales. Algunos de los grandes santos y eruditos pueden competir o superar a algunos de los Compañeros en una virtud particular. Pero incluso un Compañero del rango más bajo, tal y como Wahshi (que mató a Hamza), es superior, en términos generales, a todos aquellos que han venido después de los Compañeros. Todos los eruditos musulmanes, los tradicionistas, los teólogos y los santos están de acuerdo en ello.
[1] Ibn Hayar, Al-Isaba, 1:7.
[2] Ibn Azir, Usd al-Ghaba, 4:132.
[3] Bujari, “Tafsir” 7:3.
[4] Hakim, Marifat Ulum al-Hadiz, 22-24.
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